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Miércoles, 11 Febrero 2009

Cirujanos de alta costura

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Publicado en www.lne.es (9/12/07)

Cirujanos de alta costura
Los integrantes del servicio de cirugía plástica del Hospital Central de Asturias llevan a cabo cada año más de 300 reconstrucciones con ayuda del microscopio
Oviedo, Pablo ÁLVAREZ
Son expertos de la alta costura anatómica. Zurcidores de brazos y piernas. Médicos capaces de, por ejemplo, convertir el dedo gordo del pie en pulgar de una mano. Cirujanos adiestrados para recomponer -con el auxilio de un microscopio- pequeñísimas estructuras que, rotas en mil pedazos, parecían definitivamente irrecuperables.
La microcirugía reconstructiva convierte en posible lo que parecía inviable. En la sanidad pública asturiana se llevan a cabo cada año más de 300 operaciones de estas características. Miembros amputados, nervios seccionados y porciones de piel y tejido destruidas por la acción de tumores son algunos de los campos en los que se mueven con soltura los especialistas en esta disciplina. No contentos con ello, apuntan a nuevos retos: el más inmediato, reconstruir un pecho en la misma intervención en la que a una mujer se le extirpa una mama afectada por un cáncer.
«Las reconstrucciones con microcirugía suelen llevar entre 5 y 10 horas», explica Daniel Camporro, jefe de sección del servicio de cirugía plástica del Hospital Central de Asturias. Como ejemplo, el doctor Camporro y otros colegas de su servicio tuvieron que enfrentarse, el pasado mes de mayo, al caso de un langreano que casi pierde un brazo a causa del derrumbe de la fachada del edificio de Oviedo en el que estaba trabajando.
No fue una excepción. Los cirujanos especializados en microcirugía están acostumbrados a enfrentarse a auténticos estropicios humanos con el objetivo de convertirlos en miembros o tejidos que, además de recobrar su función originaria, vuelvan a ser presentables en sociedad. En ese aspecto, el doctor Camporro sostiene que no existen fronteras nítidas entre la cirugía plástica y la estética. «Cuando hacemos una rinoplastia a un paciente que ha sufrido un traumatismo en la nariz procuramos que, además de resolver el problema, la nariz quede bonita», señala.
La cirugía reconstructiva llevada a cabo con la ayuda del microscopio ha experimentado notables avances en los últimos tiempos. En la actualidad, es posible transferir partes del cuerpo de un lugar a otro, sin que pierdan su función, por medio de reconexiones microvasculares y nerviosas. Asimismo, se pueden transferir -en un solo bloque- piel, tejido subcutáneo, grasa y músculo. O también hueso, arterias y nervios. Incluso trasladar dedos completos de los pies, con sus tendones y nervios, para reconstruir pulgares u otros dedos de la mano.
En estas intervenciones, a menudo altamente complejas, los cirujanos plásticos tienen como aliados a colegas de otras especialidades, singularmente a neurocirujanos y otorrinolaringólogos. Uno de los elementos empleados con asiduidad son los llamados colgajos libres, trasplantes de cualquier tipo de tejido obtenido de otra zona del cuerpo del propio paciente y que -a diferencia de los injertos convencionales- pueden incluir nervios y vasos.
Tras una minuciosa labor de sutura, estos colgajos se implantan en las zonas en las que son requeridos. Estas aplicaciones son relativamente habituales en las operaciones de tumores de cabeza y cuello, que con frecuencia implican la destrucción de amplias superficies de tejido de las zonas afectadas. El Hospital Central es punto de referencia de ámbito nacional para este tipo de intervenciones.
Uno de los ejemplos que ilustran este reportaje -los tres describen intervenciones llevadas a cabo en el servicio de plástica del Hospital Central- corresponde a un paciente que, a causa de un accidente laboral, perdió el dedo pulgar de una mano. Los cirujanos trataron de reimplantárselo, pero esa opción fracasó a causa de una necrosis. Como alternativa, optaron por emplear el dedo gordo de un pie, y más en concreto, la «envoltura» de ese dedo del propio paciente, con la que se recubrió la estructura que habían logrado salvar del pulgar de la mano.
Las reconstrucciones de mamas constituyen un capítulo de interés creciente, ya que pueden mitigar de forma considerable el trauma psicológico que para una paciente supone la extirpación de un pecho. Es frecuente que la reconstrucción se realice tiempo después de la mastectomía, pero cada vez es más habitual que se lleve a cabo en la misma intervención, implantando una prótesis provisional que requiere de posteriores entradas en el quirófano.
Daniel Camporro estima que, en este campo, la sanidad asturiana puede dar un paso más: realizar una reconstrucción prácticamente definitiva en el mismo proceso quirúrgico. Esta opción, que el cirujano asturiano acaba de estudiar con detalle durante una estancia de un mes en Suecia, no sería aplicable a todos los casos. Además, «requiere más tiempo de quirófano y un trabajo multidisciplinar muy riguroso con los restantes servicios implicados».
La técnica emplea un trozo de tejido extraído de la propia paciente. «Una de las ventajas es que permite una reconstrucción casi total de la mama», señala el cirujano. Se trata de una estrategia quirúrgica que «aún no está reglada en ningún hospital de España», de modo que si el Hospital Central la pusiera en marcha «nos convertiríamos en un punto de referencia».
Los cirujanos plásticos del Hospital Central de Asturias llevan a cabo anualmente unas 2.000 intervenciones. De ellas, más de 300 son de reconstrucción microquirúrgica. El adiestramiento para llevarlas a cabo no es tarea de un día. «Además de los seis años de carrera y los cinco de residencia, hacen falta no menos de tres o cuatro años de ejercicio para dominar estas técnicas con una solvencia razonable», advierte el doctor Camporro, quien agrega que, de otro lado, el profesional en cuestión ha de reunir un conjunto de «aptitudes y actitudes», así como realizar una intensa labor previa de entrenamiento con animales.
El cirujano del Central señala que los integrantes de este servicio «hemos trabajado muy duro para dar unas prestaciones de calidad». Prueba de ello, prosigue, es que «a nuestros residentes empiezan a llamarlos de diversos hospitales de España seis meses antes de que concluyan su período de formación». Ésta es la causa de que en el servicio de plástica «no tengamos ningún tipo de carencia técnica», si bien el incremento de la demanda «haría deseable que dispusiéramos de mayor número de quirófanos».