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Jueves, 28 Marzo 2013

La fuerza de la voluntad

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La fuerza de la voluntad

«Cada vez que me subo al coche de competición, el público se queda mirando. Son muchos años y ya estoy acostumbrado». Hay momentos en la vida que dejan una huella imborrable y marcan a una persona para siempre. Narciso Alonso(Llanera, 1975) jamás podrá olvidar lo que sufrió aquel 24 de septiembre de 1995, cuando, en un accidente laboral, sufrió la amputación del brazo derecho hasta el hombro.

Tras el salvaje impacto inicial, Narciso, como muchos otros, optó por dejar a un lado el camino del hundimiento y emprendió el sendero de la lucha. El tiempo cura muchas heridas, pero tuvo que aprender a convivir con las suyas para siempre. Se propuso tratar de disfrutar de su nueva vida a pesar de los obstáculos que la desgracia había puesto en su trayecto. Y continuó practicando deporte. Incluso con más ahínco y ganas que antes del percance.

Narciso, que por aquel entonces trabajaba en una fábrica de material de construcción, fue sorprendido por una máquina transportadora. Estaba solo y atrapado y sentía como poco a poco la máquina se le acercaba a la cara. Mientras esperaba ayuda, el de Llanera se echaba grasa que tenía al lado para impedir que la máquina le alcanzara la cabeza. Tuvo muy cerca la muerte.

Al final, y tras muchos minutos de angustia, el auxilio llegó y Narciso se quedó sin su brazo derecho, fruto de una amputación que llegó hasta el hombro. «Me recuperé pronto, aunque nunca lo voy a olvidar», afirma aún sobrecogido.

Aún quedaban carreras

Una de sus pasiones, desde que era pequeño, había sido el motor. Hoy, con los deberes ya hechos, puesto que la temporada ha finalizado, presume de su título de campeón de Asturias de División 1. «Hemos trabajado mucho para ser cada día un poco mejores y que la adaptación cuando voy al volante siga evolucionando», puntualiza mientras enseña con orgullo la copa de campeón.

Narciso corre con su Clio Williams en la misma categoría que cualquier otro piloto. La diferencia es que, en su vehículo, lleva una pequeña adaptación que le facilita el cambio de las marchas. «Es una máquina que va cambiando de primera a segunda, de segunda a tercera. Se trabaja muy bien con ella, aunque se necesitan mejoras, pero tal como están las cosas...».

Narciso lleva dieciocho años compitiendo en autocross. Comenzó a correr en 1994 en la Copa Júnior y, al año siguiente, tuvo la mala suerte de sufrir el accidente. Pero el de Silvota luchó contra todo y siguió compitiendo. Si el accidente ocurrió en septiembre de 1996, con la temporada 95-96 ya finalizada, Narciso ya participó en la primera carrera de la temporada siguiente, disputada en el mes de marzo en Grado. «Nunca será lo mismo, pero con la adaptación funcionamos muy bien. Es muy importante que vaya acorde con tu minusvalía», asegura.

Extrañas sensaciones

Siempre recordará aquella primera carrera en Grado. «Fue muy emocionante. Era una forma de probarme a mí mismo. Tuve muchas dudas, pero tenía que hacerlo», recuerda emocionado. Al no ser un piloto profesional, todo tenía que estar muy bien atado. Algo podía fallar y más en la situación de Narciso. «No sabía si me iba a arreglar o no, pero al final salió todo bien», afirma. Se le ha olvidado ya en qué posición terminó en aquella carrera porque «han pasado 17 años», pero no que cumplió su objetivo: terminó la prueba.

Narciso, hoy en día, está retirado, ya que su discapacidad no le permite trabajar. Ha encontrado en el deporte un apoyo muy importante. Tras la amputación, ha probado otras disciplinas como la caza y la pesca. Practica la caza mayor y menor. «He descubierto un hobby que me motiva y mucho», dice. En su familia siempre ha habido cazadores. Fue algo que ha visto desde pequeño. Cazar no es ningún problema. Es algo natural. «Me falta un brazo, pero las piernas están perfectas. Me dan la vida», añade Narciso.

En su recuperación, el apoyo familiar fue muy importante, aunque más aún su actitud. «Hay que tener ganas y fuerza. Yo luché por lo que quería y por lo que me gusta, y gracias a Dios lo he conseguido», hace hincapié.

Contra todo pronóstico

Los accidentes juegan malas pasadas y cambian la vida de las personas en un abrir y cerrar de ojos. Alfredo Vázquez (Pravia, 1985) siempre ha estado ligado al fútbol. Comenzó en las categorías inferiores del Agones, un club praviano. Y despuntaba. Pasó por varios equipos, como el Praviano, el Universidad y el Avilés. Su calidad llegó a los oídos de los directivos del Elche, que, en 2006, se pusieron en contacto con el asturiano para ficharle y que debutase en Segunda División. «Ver que tu sueño de ser futbolista profesional se va a cumplir no tiene precio. Todo por lo que había luchado desde bien pequeño lo iba a conseguir», recuerda emocionado.

Contra todo pronóstico, el 2 de noviembre de 2006, Alfredo sufrió un accidente en moto en el que perdió la pierna izquierda. «Un coche se salió de la carretera y me llevó por delante. En medio segundo cambio mi vida», señala. Tras el accidente, le amputaron la pierna izquierda, por encima de la rodilla. «Al principio me lo tomé muy bien. Era yo quien animaba a mi familia», dice sonriendo.

No le costó asimilarlo, ya que Alfredo siempre pensaba que había personas en peor situación que él y que, al fin y al cabo, podía haber sido mucho peor. Pero el bajón llegó a los dos años del accidente cuando el praviano realmente asimiló lo que le había ocurrido. «Ahí lo pasé muy mal y me di cuenta que mi sueño se había desvanecido», comenta.

Llegado el momento de poner una prótesis, el exfutbolista empezó a ver el futuro. Fue entonces cuando se planteó volver al deporte que tantas alegrías y motivaciones le había dado a lo largo de su vida. Llegó el momento de volver a vestirse de corto y de superarse a sí mismo.

Pruebas físicas superadas

Volvió a mantener contacto con el fútbol, pero esta vez como técnico. «Yo quería volver a tocar balón, así que decidí sacarme los títulos de entrenador». Alfredo tiene hoy el nivel 1 y 2 y no descarta sacar el título de entrenador nacional, el nivel 3. En este camino ha tenido que superar pruebas físicas. «Me enfadé mucho no entendía porque tenía que superarlas. Por mi trayectoria en equipos de Tercera o incluso de Segunda B, me las tenían que haber quitado», se queja.

Lo que sí consiguió fue que la Federación aceptase una prórroga en las pruebas. «Si los demás tenían que dar una vuelta al campo de fútbol en dos minutos, yo tenía que realizar la prueba en dos minutos y medio. Una vergüenza», apostilla. Aun así, Alfredo presume de haber pasado todas las pruebas físicas.

Por las mañanas, trabaja como administrativo y, por las tardes, se convierte en técnico de un equipo juvenil del Avilés. Es un entrenador como otro cualquiera, al que los chavales le preguntan por su anécdotas en el fútbol asturiano. Él siempre les responde con aquello de -querer es poder, a pesar de todo-.

Fuente: Elcomercio.es http://tododeporte.elcomercio.es/asturias/2012-12-04/fuerza-voluntad-1056.html