Al infierno con unas sola pierna
La historia del ciclismo está llena de grandes gestas y esfuerzos épicos. En 1910, por ejemplo, el bilbaíno Vicente Blanco pedaleó 1.100 kilómetros por penosas pistas de arena, grava y asfalto de la época para ser el primer vasco en tomar la salida del Tour de Francia. Blanco, que llegó a la capital gala anémico y con la bicicleta destrozada, era cojo. El último aventurero en inscribir su nombre en el libro de las hazañas épicas de este deporte ha sido un médico catalán de 46 años. El pasado viernes, Rafael Llátser cruzaba la línea de meta de la Titan Desert -probablemente la prueba más dura del mundo en mountain bike-, tras sobrevivir a 500 kilómetros de agotador desierto. Llátser, que hizo un tiempo de 37 horas, a lo largo de 5 etapas, tiene una sola pierna.
Para quien no conozca la Titan Desert y su inhumano nivel de exigencia, basta recordar lo que en 2008 dijo Claudio Chiapucchi, el incombustible rival de Miguel Indurain, tras acabar la etapa reina: Jamás en mi larga vida de profesional me vi envuelto en un infierno como éste. Con temperaturas por encima de los 40 grados, Llátser ha pedaleado con sólo una extremidad -perdió la otra por un cáncer hace 30 años- a través de caminos repletos de piedras; ha subido puertos de más de 2.000 metros de altitud; ha vadeado peligrosos ríos y ha lidiado con mares de dunas donde ciclar era imposible.
Eso ha sido lo peor, recuerda. En la salida de la primera etapa, la organización le permitió cargar con su prótesis en la mochila para poder superar un obstáculo de arena de unos 2 kilómetros de longitud. El galeno catalán tardó 50 minutos en salir de la trampa. Para entonces, la figura de los 330 competidores, que subieron a la carrera, ni siquiera se divisaba en el horizonte. Pero Llátser se sobrepuso a todos los contratiempos. Es una cuestión de fe y de seguridad en uno mismo, afirma. Un ejercicio de voluntad y constancia. Siempre lo recordaré
Su técnica de pedaleo ha maravillado a todos los participantes, entre ellos ha habido ilustres ex ciclistas profesionales como Roberto Heras, Melchor Mauri, Laurent Jalabert o Tinker Juárez, una de las leyendas vivas del mountain bike. Me han dado mucho cariño. El día de la etapa reina, el corredor catalán llegó a meta al filo del fuera de control. Para entonces, la mayoría del pelotón cenaba en el campamento. Todos se levantaron y acudieron a la línea de meta para aplaudirle.
Llátser sólo tiene palabras de agradecimiento. Esta experiencia ha sido algo muy bonito. Siempre lo recordaré, afirma emocionado. El catalán quiere dejar claro que su gesta no hubiera sido posible sin su compañero de equipo: Raffaele Olivier. Ha sido su sombra y su ángel de la guarda. Sin él, hubiera sido más duro todavía.
Fuente (El Diario Montañes) Cantabria