Un desgraciado accidente en 2013 le cambió la vida a la escuceña Mayte Sánchez pues a raíz del mismo le tuvieron que amputar su pierna izquierda.
A continuación, nos cuenta en primera persona su historia de superación que le ha llevado a convertirse en la delegada de Andade en Granada. En la actualidad es la responsable del Centro Guadalinfo y de la biblioteca de Escúzar.
«Me llamo Mayte Sánchez Palma, soy de un pueblo pequeño llamado Escúzar, cercano a Granada capital (aunque nací en Alemania y viví allí hasta los 9 años). Me gusta la música (bailar, cantar y también tocar algunos instrumentos, aunque últimamente no lo hago mucho), me encanta viajar y hacer fotografías. ¡Y hacer dulces! Soy bastante activa, no paro de hacer cosas y meterme en otras nuevas (la última ir a jugar al fútbol); pero es que… ¡no lo puedo evitar!
Desde 2006, cuando mi hijo tenía 2 años y medio, trabajo en el Centro Guadalinfo de mi pueblo (curioso porque soy licenciada en filología inglesa). Me encanta porque puedo enseñar y ayudar a mis vecinos y vecinas. Y, al no trabajar a jornada completa, me deja tiempo para mí, para mi casa y para mis aficiones. Siempre he sido deportista y me ha gustado jugar al fútbol, voleibol, baloncesto... y también he ido a clases de gimnasia, baile...
Mi madre fue a llamar al médico y creo que alguna compañera llamó a la ambulancia. La gente se empezó a congregar a mi alrededor. Yo me concentraba en respirar tranquilamente y no perder la conciencia.
La mañana del 10 de octubre de 2013 estaba esperando a la profe de gimnasia junto con mis compañeras (y mi madre y varias amigas entre ellas). Apenas llevábamos una semana de clases después del verano y la profe era nueva, pero estábamos muy contentas con los ejercicios que hacíamos. Estábamos charlando haciendo hora para la clase, en la calle. La profe llegó y al aparcar se subió a la acera (yo creo que aceleró en vez de frenar) y me atrapó la pierna izquierda contra un muro de piedra. El coche se caló y cada vez que intentaba arrancar se volvía a calar y me volvía a embestir. Era día de mercadillo (que está justo al lado) y los gritos alertaron a la gente. Vino un hombre de un puesto y por fin puso punto muerto y yo dejé de estar atrapada. Mi pierna, aunque por fuera parecía estar perfecta, por dentro estaba hecha un puzle: los huesos destrozados rompieron venas, arterias, tejidos, tendones…y tenía una hemorragia interna, pero claro, de eso me enteré después. Yo solo notaba que al apoyarla era como gelatina... no tenía fuerza ni resistencia ninguna. La profe me dijo que lo sentía, que llegaba tarde y se había puesto nerviosa. Empecé a dar órdenes, me tumbé en el suelo y dije que me subieran la otra pierna y que me pusieran la mochila de almohada. Mi madre fue a llamar al médico y creo que alguna compañera llamó a la ambulancia. La gente se empezó a congregar a mi alrededor. Yo me concentraba en respirar tranquilamente y no perder la conciencia. El médico llegó y me prestó los primeros auxilios. Me quitaron la zapatilla y el calcetín, me corto el pantalón, creo que me puso suero y no sé si morfina... Yo estaba concentrada en “lo mío”. Llegó la ambulancia y recuerdo que en el trayecto sentí dolor cuando cogimos un resalto que hay antes de llegar al hospital, pero por lo demás no recuerdo que me doliera ni siquiera en el momento del atropello. Cuando me vi entrar por la puerta del hospital, cerré los ojos y caí inconsciente. Tengo vagos recuerdos de la mesa de operaciones, las visiones que tuve tan raras (¿sería por la anestesia ?), hasta conversaciones de los médicos, de los ratos que me dejaban estar despierta en la UCI cuando el sedante me dejaba de hacer efecto, de ir en una silla de ruedas y que me dijeran “respira hondo, a la de 3 te quitamos el tubo” (y esto no sé si pasó o no), de las sensaciones tan raras que notaba cada cierto tiempo (como que me faltaba la respiración y me ahogaba desde las extremidades hacia el corazón, que me salían ancas como de rana en los dedos de las manos...) y de querer ver a mi familia y saber. Necesitaba saber.
Pero cada vez que abría los ojos estaba allí una enfermera que me ponía algo para que volviera a estar dormida. Supongo que fue la noche del sábado 12 de octubre cuando un médico (creo que de madrugada) me contó que me habían tenido que amputar la pierna porque peligraba mi vida.
El jueves 10 me reconstruyeron la pierna, pero no había suficiente riego y el sábado 12 me amputaron. Yo lo vi tan lógico y natural que lo asumí enseguida. También me explicó que podría sentir dolores fantasmas y lo que eso significa. El día 13 de octubre a mediodía me dejaron estar despierta durante la visita de los familiares en la UCI, ¡era el cumpleaños de mi marido! Me ví las manos hinchadas y pregunté si la cara estaba igual (y me engañaron); les dije cuando se acercaron a la cama "cuidado con el pie " y luego "ay pero si no tengo" y ellos estaban felices de verme con vida (porque por lo visto había perdido mucha sangre y no se sabía qué podía pasar y cómo podía reaccionar mi cuerpo y mis órganos) y de ver con qué buen humor me había tomado mi nueva condición. Me contaron que todo el pueblo lo había pasado fatal todos esos días y yo me sentí mal por haberles causado sufrimiento, pero me alegraba de poder seguir viva y sobre todo ¡de ver a mi familia!; echaba de menos hasta los ronquidos de mi marido... La visita duró poco para mi gusto (media hora) y las horas hasta la siguiente visita se me hicieron eternas (¡tuvieron que quitar hasta el reloj de la UCI porque estaba obsesionada!) y así estuve hasta el martes 15, en que ya por fin me pasaron a una habitación. Allí por fin pude tener a mi marido sin horarios y muchas visitas. Empecé también la rehabilitación allí en la habitación y pude venirme a mi casa con muletas (y no con silla de ruedas como decían los médicos). En casa más visitas, más flores, más bombones y mucha alegría de vivir. Todo el mundo me decía que tenía miedo de venir a verme pero que se alegraban porque se iban felices de verme tan bien. La rehabilitación duró hasta mayo y mientras tanto yo seguí mi vida: iba a desayunar con mis amigas, iba al colegio a las actividades, como a la fiesta de otoño, iba a comprar, cocinaba, barría, fregaba, limpiaba, fui a la cena de empresa, salí en navidad... Vida normal, pero sin trabajar (y buscando formas diferentes de hacer las cosas).
A final de enero, a los 3 meses de la amputación, me pusieron la prótesis y desde el primer momento que llegué a rehabilitación el fisio me dijo que “muletas fuera”, que me agarrara a él. Al día siguiente fui a comprarle el traje de comunión a mi hijo. Iba a rehabilitación a diario y poco a poco fui aguantando más horas seguidas la prótesis, dejando una muleta en casa, luego dos... y fui perdiendo un poco el miedo. En mayo me dieron el alta de rehabilitación y me compré un coche automático; ahí sí que empecé a tener independencia de nuevo. ¡Ya no necesitaba chófer, y además tenía dos piernas de nuevo! Vi a mi hijo hacer su Primera Comunión y fui al viaje fin de curso del AMPA del colegio y tomé mi primer baño en una piscina del Mini Hollywood con bastante público delante. Soy de la opinión de que si tú te aceptas y te quieres tal y como eres, los demás también lo harán, aunque la primera vez te miren raro (normal, yo también lo haría). Al año siguiente, en mayo, a los 18 meses y pico del accidente, me incorporé de nuevo a mi puesto de trabajo, y además con nuevas responsabilidades, pues también estaba a mi cargo la gestión de la Biblioteca Municipal. Desde entonces tengo menos tiempo libre, pero me sigo sintiendo realizada y útil, siento que aporto algo a la sociedad. Además me metí a estudiar un Ciclo Superior de agencia de viajes y gestión de eventos, me apunté a natación terapéutica (a la que voy dos veces en semana y donde el agua me da la libertad que en tierra firme no tengo), recibí clases de bachata por primera vez en mi vida, me hice Delegada de Andade en Granada (donde hago las veces de voluntaria para visitas a hospital/ rehabilitación, atiendo llamadas y mensajes de familiares de amputados o de personas que están recién amputadas, colaboro en charlas, eventos...), este año pasado me apunté también a un curso de corte y confección, y desde enero también hago yoga. Y en época de comuniones voy con el coro de la parroquia de mi pueblo a cantar a los pueblos de la comarca.
Mi vida después de la amputación me la tomé como una nueva oportunidad, una nueva vida. No le guardo rencor a la mujer que me atropelló, estoy agradecida de poder seguir viva, de poder estar con mis seres queridos y de llevar una vida normal.
Mi vida después de la amputación me la tomé como una nueva oportunidad, una nueva vida. No le guardo rencor a la mujer que me atropelló, estoy agradecida de poder seguir viva, de poder estar con mis seres queridos y de llevar una vida normal. Hay cosas que echo de menos de mi vida anterior, como hacer senderismo, ANDADE subir las escaleras corriendo, hacer una carrera con mi hijo de vez en cuando o hacer zumba sin limitaciones (que lo he probado pero, oye, ¡no es lo mismo!). Ahora aprecio más las cosas simples de la vida, que son las más importantes y disfruto cada momento, o al menos lo intento. Me gusta llevar covers de colores porque quiero dar visibilidad al colectivo de personas amputadas, enseñar mi prótesis al mundo y que vean que existimos, que bailamos, que viajamos, que vamos de compras y que hacemos una vida normal. Doy gracias a Dios también por poder tener una buena prótesis que, aunque no es biónica, me permite realizar todas estas actividades. Y no me da la vida para agradecer a mi marido todo lo que hace por mí, por verme feliz. Siempre atento para cumplir mis sueños. El último, volver a jugar al fútbol, esta vez en muletas. Y es que no me pude resistir cuando vi el cartel de la creación del club de escribir porque yo quería probar. Gracias a Manuel Pacheco por la paciencia que ha tenido conmigo con mi indecisión y a todo el equipo por la buena acogida. El día 27 de abril en La Campana me lo pasé pipa y me sentí afortunada de poder compartir la jornada con gente tan grande como todos los miembros del equipo, y con la gente del pueblo de La Campana, que nos trataron de lujo.
Animo a todos los amputados a hacer deporte para mejorar su salud y su ánimo y los animo a probar jugar al fútbol con muletas (aviso: pueden salir agujetas si no estás acostumbrado), también a las mujeres. En ningún momento me hicieron sentir menos o me discriminaron por ser mujer así que atrévete a pasar un rato agradable compartiendo deporte con otros amputados/as. Te encantará.
Ser amputada me ha dado oportunidades de vivir experiencias que de otra forma no hubieran ocurrido. He conocido a personas extraordinarias, con verdaderas historias de superación e inspiración, he sentido el calor de todo el pueblo y de mucha gente más que se preocupó por mí, mi fe en Dios se ha vuelto a despertar con más fuerza que nunca (me confirmé en 2015 e hice el papel de Virgen María en la pasión viviente que se hizo en Escúzar en marzo de 2016) y hasta he sido modelo por un día, posando para el catálogo de covers de la marca UNYQ, apareciendo en los catálogos y las redes sociales de esta marca durante 2018. Con mis dos piernas jamás pensé que podría hacer de modelo y, sin embargo, con una prótesis lo he sido. A veces, la realidad supera a la imaginación.
Y, como decía Joseph Campbell: "Debemos estar dispuestos a renunciar a la vida que hemos planeado para poder disfrutar de la vida que está esperándonos". Si has llegado hasta aquí, gracias por leer mi historia. Puedes encontrarme en redes sociales como Facebook (Mayte Sánchez Palma: mayte.sanchezpalma), Instagram (Mayte__leo, con 2 guiones bajos) o Twitter (mayte_leo), aunque esta última es la que menos uso. Si quieres preguntarme alguna cosa, no dudes en contactarme por cualquiera de estas redes.
Fuente: NOTICIAS DEL TEMPLE