Un superhéroe para Santiago
Para Santi Alarcón, un pequeño de cuatro años «muy trabajador y muy alegre» que vive en Avilés, «personas importantes son, por ejemplo, Peppa Pig y Bob Esponja. Y, desde ayer, también Hugh Herr», el biofísico que ha conseguido escalar la montaña más importante que la vida le puso por delante. Así lo cuenta su madre, la ovetense Nuria Fernández, que, después de que las obligaciones laborales le impidiesen ir a verlo en Avilés (trabaja con niños con necesidades educativas especiales), el miércoles llevó a su único hijo a la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón para que conociese al investigador con unas piernas que bien podrían ser de ciencia-ficción, pero que él se ha encargado de hacer realidad.
«El problema es que, como había tanta gente, no me atreví a acercarme a él y nos quedamos con las ganas», explica Nuria, que «nunca» imaginó que Santiago, que fue un niño prematuro, iba a nacer sin el antebrazo y la mano derechos: «Tras el parto, mi marido entró en la habitación y me dijo que a nuestro hijo le faltaba un brazo. En ese momento, pierdes la dignidad por milésimas de segundo, pero inmediatamente lo fui a ver y supe que no lo cambiaría por nadie». Así que ayer decidió «ser por fin una madre valiente y llamar a la Fundación Princesa» para contarles su plan: «Quería que Santiago conociese a Hugh Herr para explicarle hasta dónde se puede llegar. Que algún día se pueda sentir como él».
Y el científico del MIT no lo dudó un segundo y los citó ayer en el Reconquista, donde Santi, que lleva dos prótesis («una estética y otra mioeléctrica que funciona como una pinza»), se quedó fascinado con el experto mundial en biónica y «no dejaba de hacer preguntas» («¿Y puede correr? ¿Y escalar también?») a «un hombre muy amable y cortés» que «le dejó tocar sus piernas» y hasta cruzó con él palabras y sonrisas.
«Y puede que ahora no sea muy consciente de todo, pero, cuando se haga un poco mayor y se vea junto a él, tendrá más motivación para lograr lo que se proponga, porque a Hugh Herr le dijeron que iba a ser un minusválido y decidió ser un inconformista», asegura su madre. Aunque, de momento, puede estar tranquila, porque al pequeño Santi le sobra coraje: «Va a un cole común, a la piscina, a inglés y a música, además de al fisio y a terapia ocupacional», donde, «aunque con dificultades, está aprendiendo a agarrar la cazadora con una mano y a abrocharse la cremallera con la otra, además de a escribir y a comer con la izquierda».
Nada de toda esa «normalidad» evitará que, «a veces, en la playa, haya algún niño que suelte eso tan cruel de 'te falta un brazo' y, además, su padre se ría, algo que siempre duele», pero Santi ya tiene «un referente de esos que todos necesitamos». Una «persona importante» que, de momento, para él es una especie de superhéroe, pero, «cuando crezca, sabrá que es un hombre que se puso sus propios límites, no los impusieron los demás. Así que el pequeño solo le pidió un favor en un inglés perfecto a mister Herr: «Please, never stop».
Fuente: El Comercio.